miércoles, 23 de enero de 2013

Beato José Sánchez del Río


Alfonso Ramos / preguntasantoral.es

A raíz de la película “Cristiada”, que en este 2012 vio la luz en las pantallas del cine, la figura del Beato José Sánchez del Río ha traspasado las fronteras mexicanas. Con este escrito se pretende dar a conocer el testimonio de su vida y aclarar algunos puntos que su creciente popularidad ha creado en torno a su fama de santidad.

El beato nace el 28 de marzo de 1913, en Sahuayo, Michoacán, en pleno caos de la Revolución Mexicana iniciada en 1910 y que derrocó al presidente Porfirio Díaz quien llevaba 30 años al frente de la nación. Aunque Díaz era liberal no aplicó la saña anticatólica en el “porfiriato”, como se le llamo a su mandato. Con la Revolución  triunfó también la miseria, el anticlericalismo acervado y la lucha de poderes. Este es el contexto donde se desarrolló la infancia de nuestro beato.

A pesar de la inestabilidad política y social de la nación es necesario destacar que las familias mexicanas se mantenían fieles a la fe católica y que las asociaciones para seglares prosperaban en toda la nación, floreciendo también el apostolado en todos los estratos de la sociedad mexicana. En los hogares verdaderamente cristianos se rezaba el rosario y se formaba en la fe con el catecismo y los libros de piedad. José Sánchez tuvo el privilegio de vivir en una familia con hondas raíces cristianas por lo que no es de dudar que en el seno del hogar se forjo el temple de futuro soldado de Cristo. Sus padres Don Macario Sánchez y Doña María del Río lo educaron cristianamente junto con sus dos hermanos mayores, Macario y Miguel, y su hermana menor María Luisa.

En 1917 entra en vigor una nueva Constitución política redactada por un grupo minoritario y excluyendo el sentir general de la nación; leyendo la nueva carta magna se veía venir una intolerancia extrema hacia la Iglesia Católica mexicana.  En los años siguientes los abusos hacia la libertad religiosa de los mexicanos se recrudecerían con actos esporádicos pero sin una persecución oficial.

Por la inestabilidad política, la familia Sánchez del Rio emigro a Guadalajara,  donde Joselito, como cariñosamente se le decía, recibió la primera comunión y continuo su educación. Se destaco por su devoción mariana, indiscutible prenda de salvación. José perteneció a las vanguardias de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), grupo apostólico importante en la resistencia contra la persecución religiosa.

En 1926 el Presidente Plutarco Elías Calles, conocido masón y anticatólico, procuró aplicar las leyes persecutorias hacia la Iglesia legislando en favor de ideas anticlericales y dando su plácet para una persecución tacita en toda la nación. La Iglesia ante la imposibilidad de ejercer el ministerio cierra los templos con aprobación del Papa Pío XI. En poco tiempo los levantamientos contra el gobierno suceden en el territorio nacional, pero de manera especial en los estados  del centro del país.

Al estallar la revuelta por la libertad religiosa los fieles se sintieron con el deber de defender la realeza social de Cristo en México.  Su arenga fue ¡Viva Cristo Rey!, por lo que fueron conocidos como cristorreyeros y luego como cristeros. Macario y Miguel, los hermanos mayores  de  José,  engrosaron las filas del ejército libertador con la venia de sus padres bajo las órdenes del Gral. Ignacio Sánchez Ramírez, líder de la resistencia local. Por su corta edad a José no le fue permitido entrar en la guerra a pesar de su insistencia por ser un soldado de Cristo.


En Guadalajara tuvo oportunidad de conocer el testimonio del martirio del Beato Anacleto González Flores y frente a su tumba pidió la gracia del martirio. Su madre al fin cedió dejarlo marchar hacia las filas cristeras por las palabras que el futuro mártir le dijo: “Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora”.  En 1927 José se alineó en las huestes cristeras bajo las órdenes del Gral. Prudencio Mendoza integrándose al grupo liderado por el Gral. Rubén Guízar Morfín cercano a Cotija, Michoacán. El trabajo de José era el servicio a la tropa y posteriormente debido a su disciplina, su edificante piedad y fidelidad a la causa cristera se le concedió ser el abanderado del regimiento.

El 6 de febrero de 1928 se dio una batalla y el caballo del Gral. Guízar murió al ser alcanzado por un proyectil. Joselito cedió el suyo diciéndole: "Mi general, aquí está mi caballo. Usted hace más falta a la causa que yo". El general acepto titubeante y José continúo disparando al enemigo hasta que la carga de balas se terminó.  Fue hecho prisionero y llevado a Cotija donde se destaco por su valentía y firmeza frente a las amenazas y promesas de libertad de parte de los federales, lo que nos recuerda los testimonios de los mártires de la Iglesia primitiva. Con él fue aprendido otro joven llamado Lorenzo, de origen indígena.  

El 7 de febrero los dos jóvenes son conducidos a Sahuayo y puestos a disposición del Diputado Federal Rafael Picazo con la orden de pasarlo por armas. Picazo era padrino de José y muy cercano a la familia Sánchez, dos de sus hermanas eran religiosas adoratrices.  El diputado pidió por la libertad de su ahijado una gruesa cantidad de dinero que la familia del mártir estaba dispuesta a pagar pero que José rechazó debido a que ya había ofrecido su vida a Cristo. La gota que colmo el vaso de sus verdugos fue la matanza de gallos en la parroquia por parte del beato, ya  que  Rafael Picazo había importado desde Canadá gallos finos de pelea los cuales deambulaban en el templo profanado. Joselito indignado por esta falta de respeto a la casa de Dios ahorco los gallos y los colgó en el comulgatorio.  Esto bastó para enfurecer más a los soldados.

El 8 de Febrero los dos jóvenes son llevados muy de mañana a la plaza principal. Lázaro es colgado y José presencia todo. El cuerpo de Lázaro es entregado al encargado del panteón para sepultarlo, pero luego se da cuenta que el joven no ha muerto. Lo esconde en su casa y a los pocos días el joven regresa con los cristeros. José continuo encerrado en el baptisterio parroquial. Quienes lo visitaban le veían tranquilo, aceptando la muerte y de continuo rezando el rosario y cantando alabanzas.  En estos días recibió la eucaristía escondida entre los alimentos que le llevaban, era el viatico para el viaje definitivo.


Antiguo sepulcro del mártir. Se diseñó como el de las catacumbas con una placa estilo paleocristiano. Se cubrió con la imagen yaciente de Santa Cecilia. La inscripción en latín dice: José Sánchez del Rio, pequeño e inocente como Tarsicio, pero con la fuerza de Sebastián. Se sometió a la muerte por Cristo.



El 10 de febrero le fue anunciada la sentencia de muerte. Escribe a su tía María Sánchez su última carta en la que describe con alegría el deseo del martirio y conformidad con la voluntad divina. Ya avanzada la noche los verdugos  le desollaron las plantas de los pies con afiladas navajas. La gracia del Espíritu Santo con su fortaleza obraba en este mártir para edificación de los fieles y asombro de los enemigos de la cruz que con furia infernal descargaban su odio en el joven cristero. Es conducido descalzo por las calles de Sahuayo hasta el panteón municipal, durante este viacrucis José iba rezando, se podían escuchar su gritos de vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe.

Una vez llegando al cementerio le señalaron su tumba y los soldados apuñalearon con saña al joven. A cada golpe respondía con un fuerte “¡Viva Cristo Rey!”. Ya agonizante se le pregunta con sarcasmo: “¿Qué quieres que le digamos a tus padres?”. El mártir solo logro decir: “¡Que nos veremos en el cielo! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!”. Un disparo termino con su vida y allí mismo fue sepultado.

En la mente de los fieles José Sánchez fue mártir, la gracia obraba en el e independientemente del hecho de su martirio su vida era la de un autentico discípulo de Cristo. Sus restos reposan hoy en la parroquia de Santiago Apóstol en Sahuayo, en el mismo lugar donde estuvo preso.

El 20 de Noviembre de 2005, curiosamente aniversario 95 de la Revolución Mexicana, José Sánchez fue beatificado con otros 11 mártires mexicanos en Guadalajara, Jalisco.

Urna con imagen yaciente del beato y una de sus reliquias. Expuesta en la capilla donde celebró el Santo Padre Benedicto XVI en León, Guanajuato. Acompañan al Sumo Pontífice el nuncio apostólico en México y el arzobispo local.

Los atributos iconográficos del nuevo beato son: Palma, ropa típica de la época, descalzo con los pies desollados y un gallo (en alusión a los que ahorco).

Aunque su nombre es José, se le llama José Luis ya que durante su estancia con los cristeros adopto un segundo nombre para dar seguridad a su familia.

La película “Cristiada” ha hecho más conocido a nuestro beato pero de una manera distorsionada. Primeramente en el contexto histórico que aparece en el film y las situaciones que no vivió. Lo que mas choca al espíritu cristiano es el presentar al mártir como irrespetuoso frente a un sacerdote y en otro episodio como ladrón y mentiroso. En esto no hay consonancia con la vida de piedad y de virtud de Joselito que se atestigua por quienes en vida lo conocieron.

Aparte hay un error lamentable que circula entre el internet. Se presenta la fotografía de un adolescente con traje militar como si fuera la verdadera foto de José. Esta foto no es del beato, corresponde a un militar.

Como siempre hay voces que se levantaron para condenar su glorificación. Alegaron que tomo las armas, que era cristero. Voces que no expresan ni el sentir del pueblo  ni la tradición constante de que sufrió con heroísmo sobrenatural la tortura y el martirio. En Sahuayo se le dice “Niño Mártir”, “Joselito”. En su honor se han compuesto himnos, corridos (especie de coplas con rima y música propias del folclor mexicano) y homilías. Es presentado a la juventud como modelo de entrega a Cristo frente a las adversidades. Se encuentra a la espera de un milagro para acceder a la canonización. 

Lugar del martirio y sepultura en el panteón de Sahuayo. Se construyo un memorial en torno al lugar de la ejecución. Los fieles dejan exvotos, juguetes, peticiones, fotografías, veladoras y estatuas de gallos.


Reseña del Beato


Himno en honor al beato






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